Toqué, pero nadie me abrió. Empujé la puerta y la vi en el salón. Tendida en el sillón, con la cabeza recostada. Un libro tirado en el suelo. Seguramente a media noche el sueño de ella se apoderó y allí se quedó. En aquel preciso instante se despertó. Frente a ella, colgado sobre la chimenea el cuadro que la inspiraba, y del que sacaba fuerzas para proseguir en su ardua lucha: "Sol de la Tarde". Pintado por Joaquín Sorolla y Bastida en 1903. Litografía que le regaló su madre, cuando aún era una niña. (Leer más)
Capítulo VII: Sorolla regresa con honores a Valencia
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