Esa noche no faltaba nadie a la tertulia política, organizada por mi padre el primer viernes de cada mes en nuestra humilde morada. Juan comentó que el fin último de la política era la regulación de conflictos entre grupos. Persiguiendo con ello garantizar la cohesión social. Resultando contradictorio pues el alto grado de división actual. Habiendo sido durante casi dos siglos nuestros episodios democráticos bastante cortos. Hasta reafirmase mediante el refrendo de nuestra vigente carta Magna en 1978. Por lo que Adolfo Suárez se merece el Premio Nobel de la Paz, no por lo que pudo hacer, sino por lo que sí hizo: darnos el periodo constitucional y democrático más largo de toda la historia española. (Leer más)
Capítulo XVI: Adolfo Suárez bien merece un Nobel
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