Joaquín de Fiore profetizó una renovación de la Iglesia. Institución que se caracterizaría en su última etapa, la que bautizó como "La Edad del Espíritu Santo", por una experimentación individual de la religiosidad. El objetivo era abandonar definitivamente la tribu, para introducirnos en una auténtica sociedad abierta. Empero en la genuina liberación cada día es un insólito desafío incierto, en la que estamos obligados a reinventarnos constantemente. Avocados a aprender, para después desaprender y volver a aprender algo nuevo. Si bien, esto es lo que hace hermosa la vida y nos empodera para seguir el sinuoso sendero. Ser conscientes de que hasta nuestro último aliento habremos intentado alcanzar nuestros sueños, correr por atrapar nuestra singular felicidad. Y es que en palabras de Platón: "La libertad está en ser dueños de nuestra vida". Incluso se intuye que en aquellos sistemas políticos que han sustituido la doctrina colectiva por una más intimista, los índices de perversión del mismo son menores. (Leer más)
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