Aquel libro me tenía atrapado entre sus páginas, resultándome imposible abandonar su lectura. A medida que me deslizaba por sus múltiples palabras, más se agudizaba mi parte consciente. Expectante ante el hiriente lamento que rezumaban sus hojas. Capítulos que narraban la historia de España y su eterna pugna entre luces y sombras. Pasajes que jamás debiéramos olvidar, en pro de no repetir nuevamente idénticos errores. Donde nuestro Estado tuvo grandes dificultades para implementar plenamente los aires liberales de la Ilustración. Principalmente a causa de nuestra débil burguesía, que allí donde sí arraigó terminó derivando en la irrupción de los nacionalismos y regionalismos, a consecuencia de la falta de entendimiento entre las regiones periféricas y la Administración central. Como así aconteció en Cataluña o en el País Vasco. Empresariado que hoy, después de un gran auge, merma en número y lazos de unión. Tornándose inconcebible que actualmente desde las Cortes se pretenda dictar a la patronal como regir sus órganos internos. Que se ataque, al parecer, impunemente a sus miembros y los demás callen. Mientras los distintos sectores tampoco nada comentan al respecto, al objeto de no importunar. Qué como dice aquella popular frase: "el que se mueve no sale en la foto". Tristes Pensamientos esbozados por Francisco y que me recordaban a la metafórica proclama del célebre escritor H. G. Wells, planteada en su mítica novela: "El país de los ciegos". (Leer más)
Capítulo XXVIII: El país de los ciegos
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